¿Cómo se prepara una víctima de un delito para declarar en el juicio? ¿Por qué la Justicia pretende un relato imposible? ¿Puede un testigo declarar por otro que no está? Estos interrogantes, entre otros, atraviesan El trabajo del testigo.

La psicoanalista Mariana Wikinski es miembro del Equipo de Salud Mental del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) y expresidenta del Colegio de Psicoanalistas. A lo largo de su trayectoria, acompañó a víctimas de delitos de lesa humanidad que declararon en juicios y es a partir de su labor que analiza las condiciones en las que un testigo/víctima declara ante la Justicia, teniendo en cuenta la construcción de su testimonio, la relación con el trauma y la escena misma del juicio que no necesariamente invita a testimoniar.

-¿Cuál fue el puntapié inicial para la escritura del libro?

-El libro se basa en el trabajo que desde 1984 realizo para el Equipo de Salud Mental del CELS con víctimas de delitos de lesa humanidad. Un trabajo muy intenso que me puso en contacto con situaciones de traumatismos extremos, experiencia que fue planteándome preguntas vinculadas con las prácticas, en especial cuando los pacientes debían declarar en juicios y debíamos prepararlos y acompañarlos. Así fue que empecé a escribir sobre el tema, basándome en que el testimonio empieza desde el mismo momento que se construye el trauma y no después por lo que el trabajo con el trauma es un trabajo con el testimonio. En el libro planteo que son cuatro obstáculos subjetivos que el testigo debe atravesar para construir su relato y en ese proceso lo acompañamos: narrar lo traumático; declarar ante la Justicia bajo sus condiciones; narrar la vergüenza; y dar testimonio por los que no están.

-¿Cómo es el proceso que atraviesan los testigos/víctimas al prestar testimonio en un juicio?

-Es un choque que todo testigo sabe que debe enfrentar e implica un trabajo importante, intenso y hasta afecta la posibilidad de testimoniar. Porque la idea de verdad que tiene el testigo no es la misma que tiene la Justicia, basada en pruebas objetivas e incontrovertibles. En el juicio no se tiene en cuenta al sujeto que declara, que tiene fantasías, sueños, y conflictos en la construcción de la memoria personal, que duda y tiene lagunas. El testigo debe poder transformar un cúmulo desordenado de recuerdos en un relato ordenado, coherente, sin fisuras, con una exigencia que supera las condiciones subjetivas de cualquiera. Por eso, el desafío es sobrehumano para quien tiene que sobreponerse y presentar un relato impecable frente a por ejemplo sus torturadores, además de correr el riesgo de ser confrontado por abogados defensores, jueces, o incluso por su propio relato anterior o el de otro. Somos sujetos interpretantes, no filmadoras. Y eso en la justicia se sospecha como mentira.

-¿Es posible dar testimonio por otro que no está?

-Hay todo un capítulo dedicado a esta cuestión en el cual planteo que entre el testimonio de quien no habla y el de quien puede hablar, hay tanta distancia como en una traducción. Por eso debemos tratar de que el testigo no piense que hablar por otro significa representarlo y que su testimonio es el que el otro daría si estuviera vivo. Por el contrario, el testigo debe hablar por otro sin sustituirlo. No hay representación, se da una donación de la palabra y se le ofrece hospitalidad.

Mariana Wikinski

-En tu experiencia, ¿es el juicio una instancia reparadora para las víctimas?

-La justicia es reparadora y el testimonio tiene sentido en la medida en que sirva para impartir justicia. Pero la escena del juicio lo ha sido para algunos y para otros, no. A veces la carga de testimoniar, más allá de que eso tenga un anhelo de justicia, es desmesurada. Y si ese anhelo depende del propio testimonio no siempre es un alivio. Hay quienes tras estar horas frente a un tribunal, se dan cuenta que se olvidaron de algo y todo el testimonio pasa a ser un reproche. ¿Qué datos precisos pueden dar aquellos que estuvieron sometidos a un sistema de ataque a su percepción para que no supieran dónde o en qué año estaban? Construir desde ahí un testimonio impecable como el que la Justicia pretende, es imposible. Por eso siempre existen lagunas, que pueden ser fuentes de reproche después.

-¿Creés que hay posibilidad para incorporar con el tiempo una perspectiva de víctimas en los procesos judiciales?

-Hay buenas intenciones y, hasta ahora, hemos avanzado en protocolos de trabajo con testigos y programas de acompañamiento en los juicios. Es un trabajo que va a llevar décadas porque no sólo tiene que ver con lesa humanidad sino que la relación de un sujeto con la Justicia comienza incluso desde la detención de una persona. Falta tiempo para que nos escuchen a quienes, por fuera del ámbito de la Justicia, tenemos mucho que decir. Ojalá suceda.