Una familia viajera detectó necesidades en las escuelas rurales y puso manos a la obra. Desde hace once años la fundación Ruta 40 recorre el país de norte a sur tendiendo una mano solidaria en parajes alejados.

En la Argentina, más de 700 mil niños y adolescentes son analfabetos, y sólo el 5% llega al nivel universitario. Entre las 16 mil escuelas rurales del país, en más de 3.600 hay un sólo docente. La Fundación Ruta 40 tiene como meta apuntalar la educación como la columna vertebral del país y por eso el nombre de la iniciativa por la ruta que une las provincias de norte a sur.

 “El objetivo principal es agregarle el mayor valor a los seis primeros años de la escuela primaria y el nivel inicial para que después puedan elegir qué hacer en su vida”.

En la escuela rural de la localidad La Poma, en Salta, fue el lugar donde la familia Torres Carbonell comenzó la historia de poner en “valor” a la educación de los chicos. Es una escuela que se ubica a 3500 metros de altura sobre el nivel del mar en un sinuoso camino de tres horas desde la capital provincial, pasando por los pequeños pueblos de Cerrillos y Chicoana.

La escuela primaria nº 4381 “Nevado de Acay” tiene 170 alumnos y mira a los Volcanes Gemelos que ilustran el paisaje. El 88% de los docentes y directores de escuelas rurales encuestados, informa que en su comunidad no existen oportunidades de formación laboral para los jóvenes. Aproximadamente 380.000 chicos trabajan en el campo y el 62% no completa sus estudios.

“La necesidad que cruza a todas las escuelas es la infraestructura, es lo más visible, porque hay una falta de acceso a caminos, salud e Internet, están aislados en un montón de cosas que hace que todo sea un poco más complejo. Como por ejemplo que los chicos vivan lejos y tengan que quedarse a dormir en la escuela. En La Poma se construyó un jardín de infantes, y una biblioteca escolar sumado a la capacitación que le brindamos al docente, y al bibliotecario sobre promoción de la lectura”, contó Torres Carbonell en la modesta oficina de la fundación en pleno centro de San Isidro que se financia con el aporte de 800 donantes individuales, y empresas que apoyan programas específicos más una Comida Solidaria anual: la próxima será el miércoles 7 de septiembre a las 20 horas en el Espacio Márquez en el Hipódromo de San Isidro.

Trabajan con 35 escuelas con programas que ayudan y también que capacitan a docentes, padres y alumnos. Miembros de la ong coinciden en que la mayor necesidad está en la inadecuada infraestructura escolar aunque la particularidad distingue a cada escuelita como el número de alumnos con un director/docente y cursos plurigrados.

Ruta 40 estableció lazos con la escuela EGB N°48 Paraje de Caracoles en Santa Cruz; la 65 Paraje Chacay Huarruca, Ñorquinco en Río Negro, que cuenta con 16 alumnos; la 53 “Marcelino Vargas” La Ciénaga, en Purmamarca, Jujuy (17 alumnos) así como en la 37 Talapazo, Tafí del Valle, Tucumán (8 alumnos) o en la 62 “Soberania Argentina” Los Robles – La Rioja (142 alumnos), ente otras en un trabajo que ya lleva once años.

Son siete las áreas de trabajo del equipo de seis personas de Ruta 40 que durante el año calendario viaja mucho por las escuelas rurales y el resto de los meses planifica el trabajo.  Carbonell destacó que la más importante es la que tiene que ver con el vínculo entre la educación y la tecnología porque “está transformando la manera en que los chicos aprenden”.

Si bien son escuelas con casi nula conectividad a Internet, no quiere decir que no hay manera de introducir la tecnología. Desde Ruta 40 dispusieron en cada establecimiento en el que trabajan a través del programa Argentina interactiva un “acompañamiento cercano” y “equipamiento en un aula por escuela a través de pizarras inteligentes con el cañon en el techo. Desde allí pueden reproducir contenido curricular en formato tecnológico sin necesitar internet. Es un valor agregado para el ámbito rural”, destacó.

Otra de las áreas es el “Perfeccionamiento Docente” donde es clave el acompañamiento desde la gestión de las escuelas en el uso de una biblioteca, en la formación de valores, prevención de adicciones y hasta en situaciones de autoestima. La “Biblioteca y la Promoción de la lectura” ya que creen que hoy la comprensión lectora es uno de los grandes problemas de los chicos. La “Extensión cultural y deportiva” donde se desarrollan todas las experiencias desde viajes de estudios, jornadas de deportes, así como experiencias fuera de lo común. “Recursos e infraestructura”, en la que se les brinda a la institución todo lo necesario para dar una clase desde cuaderno, tizas, libros, borradores, hasta alimentos y ropa.

Otra es la de “Promoción de la salud y cuidado del medio ambiente”. Allí los oftalmólogos asisten a la escuela rural para evaluar a los chicos y detectar prematuramente algún problema de visión para que puedan conectarse realmente. Así, descubrieron en algunos lugares que el 20 % de los chicos necesitaba anteojos, y se los entregaron en el marco del Programa Salud Visual. Y en cuanto al medio ambiente se focaliza en el cuidado de la huerta  o en el reciclaje como ámbito importante para los niños.

-¿Por qué ayudar en las escuelas rurales?

-Nos dimos cuenta de que no era suficiente ir una vez por año a llevar comida o libros sino que había temas mucho más complejos que requerían de más trabajo. La educación nos quita el sueño, aunque no tenemos educadores en nuestra familia. Buscamos crear un ámbito de gestión para profesionalizar la ayuda, sistematizarla y expandirla para sumar cada vez más escuelas. De ahora en más, tenemos que seguir trabajando e intentar articular con el Estado para aportarle valor a la educación para que las necesidades básicas que brinda una escuela en salud o alimentación estén cubiertas, para que los docentes se enfoquen en educar.