“Jugar y hacer jugar” es la misión de Valor Vereda, una propuesta actoral que ya hace nueve años crea herramientas y talleres lúdicos para ayudar en el aula. El docente “es quien hace todo por los niños”, definen.
Valor Vereda es un grupo de 34 actores creativos dedicados a transformar los espacios convencionales a través de actividades lúdicas. Quién hubiera dicho que con imaginación, fantasía y creatividad se pueden confrontar los problemas cotidianos.
Esos valores que los adultos por momentos parecen haber olvidado, se conjugan en juegos, canciones y obras de teatro con el fin de mejorar las relaciones humanas. “Jugar y hacer jugar” es su misión y con ella ya hace nueve años que genera talleres para chicos, mayormente en escuelas, y grupos de adultos.
La actriz y psicóloga Elisa López Oroño es una de las fundadoras de Valor Vereda -al igual que sus colegas actores Diego Mazurok y Rodolfo Fernández Lisi- y, junto a Agustina Barsamian, también psicóloga, trabajan actualmente en un nuevo e innovador proyecto que busca brindar herramientas a la comunidad educativa en pos de intervenir lúdicamente en la convivencia escolar, como en los tan comunes casos de ‘bullying’.
“Quisimos ensamblar la teoría de la auténtica felicidad (de Martin Seligman) con la propuesta lúdica de Valor Vereda”, cuenta Agustina, quien llevó la idea a la organización. Así nació Heroísmo para escuelas, un programa para Jardín y Primaria, especialmente dirigido a aquellos que ven situaciones de acoso y carecen de herramientas y motivación para intervenir.
“El heroísmo es una respuesta activa. Se decide en un instante. Y para ayudar efectivamente a otro, necesitamos una motivación implícita, en este caso un docente que valide la acción”, explica Elisa. Es en ese sentido que toman de la teoría, seis virtudes fundamentales para alcanzar la felicidad: sabiduría, templanza, trascendencia, justicia, humanidad y coraje.
Luego de una reunión previa con docentes y directivos, los actores se presentan en la escuela, y, a través de una narración acompañada de un colorido vestuario y escenografía hecha de cartón y papel reciclado, cuentan la historia de un chico a quien molestan en el colegio. Así, lograda la identificación con un problema tan cotidiano, los estudiantes deben ayudar al protagonista a encontrar las seis virtudes con la fórmula del heroísmo: hacer algo por el otro aunque implique un riesgo para mí.
“Para que no se reduzca sólo a la obra teatral, desarrollamos una guía de actividades sencillas para que los chicos trabajen una virtud por semana y conviertan su espacio en un aula de héroes”, dice Agustina. De esta manera los docentes pueden sentirse contenidos y saber que, a pesar de la multiplicidad de problemas que surgen todos los días, hay recursos disponibles.
“Aunque pocos lo crean, el docente debe comprender que él es el héroe principal. Es quien hace todo por los niños y pone el cuerpo cada día. Desde ese lugar es que los convocamos”.
Un proyecto de tanta envergadura como este, requiere de una gran planificación y esfuerzo de los participantes para lograr buenos resultados. “El balance es completamente positivo”, cuentan las actrices, “la devolución que tenemos de directivos y docentes es de mucho agradecimiento. Para ellos es un alivio contar con estas herramientas porque nos focalizamos en la solución a problemáticas complejas. Venimos a echar luz y a motivar por el bien rescatando lo positivo”.
Si bien, admiten, no esperaban estas buenas respuestas en tan poco tiempo, Agustina y Elisa se permiten proyectar: “Soñamos con armar juegos de mesa, capacitaciones, giras por todo el país, videos, libros y más. Sabemos que con compromiso y responsabilidad es cuestión de tiempo para que sea un éxito. Con esto, vamos por muchos heroísmos más”.
