Daniel Juárez, Coordinador de Cricket sin fronteras

“Enseñamos un deporte para poder transmitir valores”

Nacido en la Edad Media, el cricket no es popular en la Argentina, pero sí en países como India o Pakistán. En la Villa 21-24, un grupo de padres aficionados lo adoptó como herramienta de contención social.

Nacido en la Edad Media, el cricket no es popular en la Argentina, pero sí en países como India o Pakistán. En la Villa 21-24, un grupo de padres aficionados lo adoptó como herramienta de contención social.

Daniel Juárez es contador y ya de grande encontró en un deporte de la aristocracia inglesa un vínculo con la sociedad más postergada pero también la práctica senior de una actividad diferente. Conoció el cricket porque su hijo jugaba en el colegio bilingüe Barker, y ahí le picó el bicho. Armó su equipo y luego se entusiasmó. Ahora es entrenador de la Asociación de Cricket Argentino.

“Empecé a jugar en Lomas Athetic, armamos en 2007 el equipo de padres y de ahí surgió la tercera división para veteranos. En 2009 creíamos que necesitábamos hacer esta transferencia de valores. No venimos a borrar su origen o su pasado, se lo modificamos y le enseñamos a aceptarlo. El secreto de nuestro programa es enseñarle al chico a aceptar de donde viene y convivir con su pasado”, explicó quien ayuda en la tarea social hace varios años al padre Lorenzo de Vedia, “Toto”, como lo conocen en toda la villa 21-24 de Barracas.

Cricket sin fronteras es el programa de inclusión general que tiene diferentes proyectos: como Caacupé Cricket, Cricket San Juan Bosco en José León Suárez, y Itatí Escobar Cricket. Caacupé tiene su camiseta roja con el escudo de la parroquia y compite al mismo nivel de clubes como San Albano, Lomas o Hurlingham, los pocos con tradición en este deporte parecido al béisbol. Chicos de diferentes barrios como Zavaleta, San Blas o La Loma que supieron estar enfrentados hoy conviven, se defiende y tiran para el mismo lado unidos por batear una pelota de corcho y cuero lo más lejos posible para sumar carreras.

En el país hay sólo 7 equipos que lo practican.  “El secreto es pegarle lo más lejos posible para hacer más carreras y ganar el partido. Si le pega a la bocha y la saca fuera de la cancha son 6 carreras, y 6 puntos”, contó el también manager de la Selección Argentina de Cricket Juvenil y coordinador del programa Programa Cricket sin fronteras (CSF).

Son 11 jugadores por equipo. Un tiempo un equipo batea y el otro se defiende, y el segundo intercambian roles. Los chicos compiten divididos por la categoría internacional de Cricket: Menores de 13, Menores de 17, Sub 19 y el seleccionado mayor. Un preparador físico, un trabajador social y 5 entrenadores preparan a los chicos para los torneos. Es muy llamativo las palabras que se utilizan como  “WICKET”, “UMPIRE”,  “BAT”, “RUN OUT” o “WICKET KEEPER” pero tan familiar para los jóvenes que lo practican en el Centro Juvenil Padre Daniel de la Sierra frente a la histórica fábrica de Coca-Cola en la calle Pepirí.

-¿Por qué elegiste enseñarle cricket?

-Para mí el cricket tiene una transferencia de valores muy importante. Apuntamos a los dos lados. Primero, por lo novedoso de esta práctica y segundo, por la transmisión de valores. Siendo un deporte de caballeros, queríamos marcar dentro de la comunidad una pauta distinta a la que se hace con otro deporte. A través del juego, accedemos a otras realidades de los chicos. Nos interesamos por su familia, por su escolaridad, por su comida y lo que necesiten. Si vos le brindas cariño, apoyo o un oído que los escuche, el chico enseguida te escucha. Es el hecho de estar con ellos y compartir el tiempo. Nuestra idea no es que se diviertan dos horas y vuelva a la calle como si nada. Es más profundo, apuntamos a la modificación de una parte de su vida y con los escasos recursos que tenemos le brindamos contención que demandan.

Daniel cree que los chicos le enseñaron mucho: “Yo les enseñé lo que es jugar al cricket un poco por curiosidad de ellos pero es un ida y vuelta. Recibimos mucho de ellos. Aprendemos como podemos modificar la actitud de un chico frente a la vida. Soy contador, no docente, aprendo que le puedo cambiar la vida a un chico de la calle, sacarlo, y darle una visión distinta para que tenga cultura de trabajo y pueda ganarse un lugar en la sociedad”.

Caso testigo

Un ejemplo es Sergio Arvallo, nacido en la Villa 21, jugador de San Albano y de la Selección Argentina desde hace 3 años. Es un fruto de CSF. “Tenía 8 años cuando conocí a Daniel y a su equipo. Yo estaba en catequesis, vinieron dos personas a mostrarnos que era el cricket con un bate y una pelota. Fui y me copó enseguida. Cricket sin fronteras es un proyecto que ayuda a incluir a chicos de la calle, me sacó de viaje de un montón de lugares y me enseñó valores para ser mejor persona”, expresó Sergio apasionado y catalogado por sus pares y entrenadores como “uno de los mejores jugadores de la selección”. De hecho, él entrena a la categoría de Menores de 13 en la cancha de fútbol 5 del Centro Juvenil Sierra a la espera de tener su propio campo de juego. Los sábados les prestan las canchas de Lomas Athletic.

Hoy, seis de sus jugadores forman parte de la Selección Argentina Juvenil en distintas categorías. En 2013, ganaron el Premio Mundial  al desarrollo vinculante, otorgado por la International Cricket Council de Dubai, entre más de 90 proyectos presentados de todo el mundo.